Monogamia en serie

Sigo pensando, dándole un millón de vueltas a las relaciones (sobre todo en el sentido romántico). Supongo que es algo que, como aún siento que me falta, tengo mucho en mente.

He conocido a algunas parejas que empiezan juntas muy jóvenes, y parecen ser increíblemente estables. Incluso cuando tienen conflictos y peleas, en el aire se palpa que volverán a estar juntes, que es solamente un bache a superar, nunca un final de camino.

También he conocido, las más, a parejas que no llegan a durar más de dos o tres años. Personas que se conocen, empiezan a salir, y el primer golpe las separa irremediablemente.

Y una cosa que me llama la atención es que, la sociedad moderna, parece que cada vez promueve más las relaciones a corto plazo. Se van volviendo lo normal y esperable. Acumulamos una lista larga de exes, da igual que seamos monógames en serie o poliamoroses. Vivimos en una era donde tenemos acceso y contacto con todo el mundo, con cientos de miles de personas a lo largo y ancho del planeta, donde tenemos vocabulario y legitimidad para expresar exactamente lo que queremos en una pareja y buscarlo activamente. Vivimos en un auténtico buffet libre de posibles relaciones. Y sin embargo, esto nos ha llevado a que las parejas se rompan más a menudo que antes, a que nunca estemos satisfeches, a ser más intransigentes con cualquier pequeño conflicto.

No pretendo defender o romantizar las parejas de hace medio siglo. Durante grandes periodos de la historia, estas relaciones tan “sólidas” se construían sobre relaciones de poder, sobre el sufrimiento de las mujeres. Los matrimonios por conveniencia funcionaban, en gran medida, gracias a un tabú social a separarse, a una imposibilidad legal de hacerlo, al miedo a ser rechazades por la sociedad.

Pero, quizás nos hemos enamorado tanto de la idea de empoderarnos, de poder romper las relaciones, que hemos perdido un poco el norte. Quizás estamos tan orgulloses de ser asertives, de poner nuestros límites, de decir lo que queremos y lo que no, que estamos perdiendo la capacidad de adaptarnos. Me da miedo que hayamos perdido la capacidad de crecer y aprender juntes, de trabajar en las relaciones. Que al volverse tan fácil romper y empezar de nuevo, al tiempo que hemos ganado en libertad, se pueda perder la profundidad de esas relaciones.

¿Si empezamos una relación a los 40, con un plan de vida ya soñado, cómo va a encajar otra persona en él? ¿Quién va a renunciar a su plan de vida para construir algo nuevo?

§

Honestamente, creo que es, en parte, un síntoma de la sociedad actual. Hemos avanzado socialmente, peleado nuestros derechos, construido nuestros entornos y familias escogidas siempre en base a una identidad. Desde ser LGTBIQ+ hasta ser de izquierdas o derechas, desde ser católico hasta ser nacionalista, incluso nuestra profesión se adopta como un descriptor claro y absoluto de lo que somos. Vivimos en una sociedad individualista, y nos empuja a ser une, a ser alguien, a ser úniques—al tiempo que tenemos que formar parte de alguna comunidad o tribu—.

Por el camino, con tanto colgando de nuestras etiquetas escogidas, creo que se nos ha olvidado crecer. Se nos ha olvidado que, a lo largo de nuestras vidas, cada 7 años somos una persona diferente, nueva. Que cada momento que experimentamos nos cambia. Que, aunque seamos responsables de nuestras palabras y acciones pasadas, eso no significa que tengamos que estar de acuerdo con ellas. Creo que nos hemos enquistado en nuestras identidades, y estas se han vuelto camisas de fuerza.

En general, creo que empiezo a aceptar que soy un proyecto sin acabar. Y creo que ya no quiero buscar gente que sea mi alma gemela, o que encaje exactamente en mis fantasías. Quiero encontrar y juntarme con gente que me cambie y junto a quien cambiar. Quiero aceptar que mañana ya no seguiré siendo yo mismo, y simplemente rodearme de gente que pueda hacerme compañía en ese proceso. Esto no significa que ahora quiera una relación monógama para siempre, solamente, que quiero tener la flexibilidad par tener relaciones profundas.

Tal vez así pueda reconciliarme con y reconocer mis errores, superar mis miedos, y disfrutar cada segundo de esta increíble vida como se merece.